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'Un hombre llamado Ove, de Fredrick Backman'

'Un hombre llamado Ove, de Fredrick Backman'

Actualizado 01/07/2014 20:53

Fredrik Backman ha construido una novela redonda, llena de dosis de humor suficiente como para que la sonrisa, que no abandona el rostro a pesar de los momentos dramáticos que tan bien dibuja, de paso a la carcajada en más de una ocasión.

Las novelas de humor son, junto con las policíacas, las que más satisfacciones me suelen producir. No quiere decir esto que me valga cualquier cosa, que me conforme con una novela en la que unos cuantos "gags" me atrapen y logren que la catologe positivamente. Al contrario, suelo exigir que me entretengan de principio a fin, que logren sacarme la sonrisa a medida que avance la lectura, que identifique las situaciones y, por encima de todo, a los personajes, que deben resultarme sobre todo creíbles.

A pesar de lo mucho que se ha hablado de la novela policíaca escandinava, quizá los nombres más conocidos sean los que menos me han gustado, pero empiezan a llegarnos -seguro que producto del éxito de estos- escritores de novelas de humor sobresalientes. Aunque Jonas Jonasson (El abuelo que saltó por la ventana y se largó) se ha convertido en los últimos años en todo un referente y cuya comparación está abriendo muchas puertas, debo confesar que es Arto Paasilinna el más grande exponente de ese humor del norte todavía por conocer en nuestro país. Delicioso suicidio en grupo, La dulce envenenadora y El mejor amigo del oso son ejemplos perfectos de novelas divertidas, ingeniosas e inteligentes capaces de romper fronteras y de llegar a todo tipo de lectores.

Fredrik Backman ha construido una novela redonda, llena de dosis de humor suficiente como para que la sonrisa, que no abandona el rostro a pesar de los momentos dramáticos que tan bien dibuja, de paso a la carcajada en más de una ocasión. Una novela y un personaje fácilmente identificables, es más que probable que todo lector, al menos así me ha ocurrido a mi, ponga rostro tanto al protagonista principal como a esos secundarios que engrandecen la novela a medida que sus apariciones cobran fuerza. Incluso los escenarios son reconocibles en todo momento aunque les demos un marco mucho más cercano y personal.

Ove es ese vecino cascarrabias que todos tenemos cerca, puntilloso y perenne, que aparece en las situaciones más comprometidas, para nosotros por supuesto, y que logra con enorme frecuencia sacarnos de nuestras casillas. Pero es también ese vecino dispuesto a ayudar, so sí, sin dejar en ningún momento de refunfuñar, de señalar con irritación todo aquello que no está bien.

Una novela de lectura ágil y ocurrente, en la que nada sucede por que sí, y en la que por medio de pequeños retazos vamos completando la biografía del personaje principal y de su esposa (poco importa que está no tenga más voz que la de su memoria). Una novela inteligente y que exige también un esfuerzo para evitar que los más pequeños matices pasen inadvertidos, esos matices que hacen que la novela crezca y sea algo más que un simple entretenimiento.
Sería injusto no mencionar la manera con que el autor logra adentrarnos en un mundo donde las emociones se solapan con frecuencia, donde los sentimientos consiguen que la risa de paso a toda una amalgama de emociones contrapuestas de difícil explicación. Ove se convertirá en un compañero irresistible, que es cierto logrará hacernos reír, pero a veces nos desesperará, para lograr emocionarnos y hacer que traguemos saliva para evitar que los ojos se humedezcan.

Blog de César Millán

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