El Peñón

En alocución a la Nación, interrumpiendo la sacrosanta información futbolera, comparece el Presidente-doctor Pedro Sánchez, para explicarnos, como si de un discurso de Ciudadanos se tratara, que el orgullo patrio ha sido reparado tras siglos de infamia tras la ocupación de Gibraltar por parte de la pérfida Albión. Nos cuenta, tras la salida de Reino Unido de la UE, que nada de nada podrá hacer ésta en territorio gibraltareño sin que España consienta.

Menudo cuento. Resulta que en el tratado del Brexit, que es lo realmente vinculante en materia de este divorcio ya consumado, por ningún sitio de sus 585 páginas se menciona siquiera a España. Para tapar las vergüenzas de la falta de políticas exteriores de un Presidente cuya única relación con el exterior consiste en coger el avión presidencial y correr la canariola a costa de los sufridos ciudadanos, nos vende que los documentos añadidos al tratado tienen el mismo estatus que el propio tratado, cuando sabe de sobra que éstos no son más que una declaración política que plasman una voluntad, pero que no son vinculantes. Ya se ha encargado May de hacerle aterrizar de una colleja, explicando claramente que la soberanía de Gibraltar, ni ha cambiado, ni cambiará. Hubiera sido bonito si la intención se hubiera recogido en el tratado, pero Sánchez ha levantado el veto, ha claudicado y ha apoyado un tratado en el que para que no parezca una bajada de pantalones, le han confeccionado una excusa en forma de una declaración complementaria para permitirle salvar la honra. La suya no sé, porque para salvarla hay que empezar por tenerla, pero la de los españoles vuelve a ser arrastrada por los suelos.